Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía
cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era océano
la muerte solamente
una palabra
ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros
ahora veterano
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra
Pasatiempo, en "Los inmortales y la muerte", de Mario Benedetti, quien dejó estas tierras en mayo del 2009, embarcándose en un viaje sin retorno hacia el inmenso océano. Este poema se lo leí a Jesús el viernes, en el peda, por la mañana, en los pastos, en una banca, solos, mientras conversábamos de la contingencia. Y otra cosa, antes que se me vaya. Solo quiero decir... gracias Claudia, gracias.
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