Van a ser casi las 21:30 hrs. y ya el club parece vacío. Salgo a las 23 hrs. Solo los últimos fantasmas pasan a mi lado y se despiden, cariñosos algunos e indeferentes otros. No puedo escaparme antes, tengo que cerrar y checkear todo, ventanas, baños, puertas. Así a que a esperar solamente. Pero está agradable la noche. Hoy no llegaré a mi casa, pues me iré a la de mi hermano por acá cerca. Pensar que tendré que caminar de noche por estos barrios tan tranquilos y ausentes de autos y transeúntes igual me emociona. Me gusta la ciudad de noche, iluminada y solitaria. Ese panorama, esa escena urbana, siempre me ha atraído. Si a eso le agrego buena música... se vuelve genial. Caminar sin escuchar tus pasos, sino el bum bom de la melodía, es un regalo que pretendo no perder siempre que puedo. Aunque si lo pienso bien, ese gusto no es solo por la ciudad nocturna, sino por toda escenografía que hable de ausencias, silencios, lucecillas y un largo caminar y caminar e imaginar. A veces las lucecillas pueden ser las estrellas. Esta vez, serán los focos de los postes. Incluso me sabe mucho mejor si hago esto acompañado de amigos, hablando tonteras o cantando algo, perdidos en la noche. Aún me queda tiempo para aventurarme y pensar en qué convertiré mi travesía... y las que vendrán posteriormente, solo o acompañado. Viva la noche. Viva la nocturna sensación.
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